“…Eso es lo que significa para mí una casa”

entrevista  con Svetlana DEON                         EL periodico ESTACION MIR   < ESPAÑA 2003 <

Svetlana Deon nació en Leningrado, en 1983 se trasladó a los EE.UU., ahora vive en Madrid. Bailarina profesional. Autora de tres libros de poesía: “No respires sin mí” (editado en los EE.UU. en 1998), “Mil y una vida” (San Petersburgo, 1998), “Encaje del tiempo” (San Petersburgo, 2002). Escribe versos en ruso, inglés y español.

– Svetlana, te puedo preguntar ¿por qué te fuiste de Rusia a los EEUU?
– Por unas circunstancias absolutamente personales. Nos fuimos mi madre y yo, ella era muy joven, médico, yo estudiaba el último año en una Escuela de Ballet. Llegamos a América y nos quedamos aterrorizados. Nos llevaron a un barrio de negros, hacía 45º de temperatura, vimos coches colosales, edificios enormes y sucios, esa terrible arquitectura americana. Todo eso no era para mí. Tengo una típica alma rusa, me educó una niñera rusa, buena, suave, con todos estos bonitos valores de estilo cristiano. Resumiendo, no me he acostumbrado a América en todos estos largos años, a pesar de haberlo intentado.

– ¿Y no tienes simpatía por ningún americano en concreto?
– Puedo decir sobre algunos empresarios que es gente lista. Pero siempre he preferido aquellas profesiones en las que el dinero no hace dinero, sino que uno puede sacar algo de dentro de sí, crear algo. En cambio, cuando uno coge el dinero ajeno y lo duplica… en principio, también es un arte, pero a mí me gusta más el arte de un escritor o poeta incluso del peor.

– ¿Así que a pesar del pasaporte americano no consideras América como tu casa?
– Yo en general no pienso que una dirección sea tu casa. Tengo otra idea de la patria. Por alma, por sentimiento, por cultura España me resulta próxima, aquí me siento cómoda. Casi como en casa. Pero dónde esta mi casa, no lo sé. Porque la Rusia que yo dejé tampoco es la Rusia de ahora. Allí me siento ahora rara e incómoda: se han cambiado puntos de partida, se ha cambiado todo. Para vivir allí, uno tiene que saber mucho, darse cuenta de las cosas, protegerse. Yo por ahora no soy capaz para una movilización así.

– ¿Qué es lo que te resulta próximo en España?
– En América hay tanta mezcla de todo que no existe ninguna cultura unida. En cambio en España existe, pero esta no es una cultura estrecha, ha acumulado mucho. Me gusta el carácter de los españoles, son apasionados, en comparación con los americanos eso ya es mucho. Porque en América no hay que alegrarse ni entristecerse demasiado: es malo para la salud. Una frase trillada, pero justa: allí viven para trabajar, aquí trabajan para vivir. Creo que los españoles tienen una sana y normal visión de la vida. Y aquí las relaciones entre la gente son más humanas. Por ejemplo: el médico puede venir a casa de un niño. En América no, porque eso no da beneficios. Me gusta que en España uno puede ir a lo largo de la costa y parar en cualquier sitio para bajar hacia el mar. En América no lo puedes hacer: te pueden multar, requisar el coche… Para mí un criterio importante es lo que la gente tiene comunalmente, o sea, cuánto tiene uno sin pagarlo – eso puede ser una calle común, una playa, una montaña, se puede entrar en el restaurante del hotel sin ser cliente de este hotel… Un sector así, común, público no existe en los EE.UU., en cambio en España sí. Aquí una persona “mediana” se puede permitir más.

– ¿Cómo empezaron tus relaciones con España?
– La primera vez me mandaron de Paris a Barcelona para un trabajo de modelo, tenía veinte años. Después vine a España en 1997, alquilé un piso en Mijas, en Andalucía, en la costa y quedé allí cuatro meses para escribir. Allí las calles son de un metro de ancho, hay viejecitas sentadas en sus sillas, cotilleando, andan burritos. Me enamoré de Andalucía… Luego encontré a mi futuro marido, español, y en todo ese tiempo viajé aquí y allá entre América y España (en 1998 empecé mi propio negocio: la organización de exposiciones y venta de joyas españolas en América). Cuando nació mi hijo, decidí quedarme aquí definitivamente.

– ¿Cómo mantienes el idioma ruso?
– Bueno, lo primero mi madre es rusa, tengo muchos amigos rusos, estuve en un ballet ruso. Lo segundo, un trato personal muy intenso con la gente que trabaja en el ámbito de literatura. Mi educación literaria no viene de una universidad americana ni de la simple lectura de libros. La recibí a impulsos, a través de la escuela dura y exigente del trato con las personas con las que tuve suerte encontrarme. Pero a pesar de esto, hay cierto aislamiento, y no me extrañaría si mi lenguaje resulta pobre, si no manejo ciertos giros… Aunque este aislamiento tiene sus ventajas: no compito con poetas rusos, no me adapto a ninguna corriente literaria. En general, no creo en las corrientes. Escribo desde el  alma, no me interesa la “cocina”, me importa el impulso.

– ¿Te sientes vagabunda?
– En parte sí. Dondequiera que pongo la casa, no me siento muy a gusto: no tengo allí un refugio espiritual. No me queda gente próxima, tan sólo unas construcciones sociales. Creo que cuando crezca mi hijo que es ahora un bebé, entonces si vamos a hablar “en la misma lengua”, eso será mi casa. Abrazar con el alma a otra alma, eso es lo que significa para mi una casa, y entonces uno puede vagabundear, pasar cada noche en otro lugar pero sin sentirse sin techo.

– ¿Estás de acuerdo contigo misma?
– Sí, a la fuerza. Me rebelaba. Pero hay que rebelarse ante los ojos de alguien. Sin público es muy aburrido. Como no me ha quedado público al desaparecer gente muy querida, a quién pueda contar: me pasa eso y eso, decidí simplemente desconectarme de muchas cosas. Calmarme, pararme, vivir de manera correcta, tranquilamente, como todos. He encontrado cierta tranquilidad en la fe.

– ¿Eres creyente?
– …en la fe no religiosa. Puedo rezar en el cuarto de baño igual que en la más bonita de catedrales. Pero agradezco a Dios por haberme proporcionado la gente que ahora ya no está, y no me quejo.

– Me has contado algo sobre una novela tuya que estás preparando para publicar. Según parece es una obra muy trabajada por ti y muy personal. ¿Al poner tanta experiencia y alma en una obra no tienes el peligro de convertirte en autora de una sola novela?
– Puede ser, pero no veo en esto nada malo. En esta novela no hay sólo una novela, allí están contenidas varias historias, que se pueden desarrollar, pero… Ante una bailarina en la sala están cientos de personas, pero ella baila sólo para una o dos de ellas. Cuando escribía siempre me orientaba a una o dos personas, y ahora, cuando ya no están, no es que no me de ganas… simplemente cortó mi deseo de escribir. Hubo un hombre a quien le importaba cada coma mía… ¿Después de esto… seguir escribiendo? Probablemente, esto significa que no soy una verdadera escritora…

2003

Epílogo de 2007. En 2006 la editorial "Retro" (San-Petersburgo) editó la novela de Svetlana Deon "La mendiga del amor". En 2007 Svetlana fundó en Madrid una asociación cultural, MAGI (la Asociación Internacional de Ciudadanos del Arte, en ruso).





Хостинг от uCoz